domingo, 10 de mayo de 2015

Fin de semana en Valencia

Ayer decidí crear los prestigiosos premios Tropical Affaire a la ciudad vegana del año. Y ya tengo ganadora para este año:

Valencia.

Enhorabuena, Valencia, preparaos para recibir cientos de miles de veganos de todo el mundo. Os lo habéis ganado por los numerosos restaurantes vegetarianos y veganos que tenéis, las verduras tan frescas que hace que en restaurantes tradicional puedas comer súper bien con una parrillada de verduras de la huerta y una paella de verdura sin que te miren mal los camareros y por...porque no he viajado tanto últimamente, así que tampoco puedo comparar.

Y estas reflexiones han surgido porque este fin de semana he cambiado el sonido de los grillos, el olor de las jaras en flor y la primavera de la sierra de Madrid por el verano, el mediterráneo y el olor a azahar.

Aunque tenía muchas ganas de volver a ver a mis gatitas, me hubiera quedado un par de días más disfrutando de ese calor subtropical (affaire). Y es que ha sido un calor llevable, gracias a ese baño en el mar a medio día, a la siesta y a la brisa nocturna.

Así ha sido este fin de semana:

Así de bonita estaba Cuenca el viernes

El viernes me recogió Rober en el trabajo con esta hamburguesa tan rica:

Me encanta comer en ruta
En cuanto llegamos a Valencia fuimos a hacer compra para la cena...a Mercadona: frutas, verduras, tofu, hummus y crema de espárragos 100% vegetal.

¿Vaya festín, no? Pues al final cenamos unas patatas bravas con cervezas con los amigos. Y a casa a dormir pronto, porque teníamos muchos planes para el sábado y...los cumplimos.

Hacía un par de años que no me bañaba en el mar y tenía tantas ganas que nos levantamos a las ocho de la mañana para ir a la playa. Mereció la pena madrugar: el agua estaba fresca y clara, no había nadie bañándose y a pesar de que las vistas desde la playa del Saler, con todos esos barcos entrando y saliendo del puerto, no son del todo idílicas calculo que el baño me dio unos diez años de vida extra.

Playas del Saler, vista hacía el Sur, para evitar los buques

Después del baño, me sequé al sol, sintiendo la sal pegándose a la piel. Y con nuestras salinidades nos fuimos a dar una vuelta por el centro de Valencia pasando por el mercado central. Es uno de mis sitios favoritos. Sobre todo por esos puestos de verduras y hortalizas. Me fascinan las variedades de judías, habas, peras, tomates, lechugas que tienen y cómo lo valoran. Y me da mucha envidia. En Madrid hemos perdido esa cultura.


La entrada al mercado


Frutos secos Pepa y Pepita, todo tipo de frutos y frutas secas

Variedades de judías y habas y más y más hortalizas

Del mercado al huerto y a la mesa

Más hortalizas

Y del mercado a comer al Carmen, por fin pudimos ir a La Mandrágora, una asociación gastronómica vegana y un espacio cultural feminista y queer. ¿Qué más se puede pedir?. Pues que la comida esté rica, está riquísima, y que el precio esté bien. Y bueno, es que pagas lo que te parece. Y si puedes, pagarás bien porque la comida está muy buena y la asociación es de esas cosas que tienen que existir en nuestras tristes y despolitizadas ciudades.


Y sonaba Johnny Cash....

Y este fue el menú:

Paté de guisantes, hierbabuena y lima. Yammiiii.

Salmorejo blanco con crujiente de alcachofa. Alucinante.

Pastel de mijo con verduras, soja y bechamel. Y una ensalada muy apañada.

Y después, a casa a echarnos la necesaria siesta, con ese calor y ese festín  no había otra opción.

Yo quiero un jardín con un ficus así

Y por la tarde, de nuevo al Carmen. A celebrar cumpleaños, que a eso habíamos ido: míticas cervezas en la Plaza del Negrito y cenorrio en el resturante Oslo.

Sólo hice foto y un poco cutre, de la coca de boniato, calabacín, anacardos y pesto. Porque es la mejor coca que he comido nunca. También comimos bravas con ali oli vegano y ensalada de seitán con algas, naranja y vinagreta de mostaza. Muy rico. Y una hamburguesa, que no es lo que más me gustó, prefiero las hamburguesas caseras y esta es la típica preparada de soja que intenta imitar una hamburguesa de carne. Pero vamos, que ya quisiera tener en Madrid una cadena como la del Oslo, Copenhague y Malmö. Y de postre unas trufas de algarrobo muy ricas.

Coca en planta

Después fuimos a bailar y tomar unos gin tonics y absentas al Pinball; hacía meses que no salía, y aún así nos contuvimos y fuimos temprano a dormir: el domingo nos tocaba viaje de vuelta. Y para coger fuerzas nada más levantarnos un brunch con lo que habíamos comprado para la cena del viernes. Y en ruta, un descubrimiento muy peligroso: los miguelitos de chocholate son veganos.

Se ve que a las gatas también les han gustado
Ese ha sido mi fin de semana. ¿Más recomendaciones veganas en Valencia o en otras ciudades?

No hay comentarios:

Publicar un comentario