miércoles, 22 de abril de 2015

Feliz día de la Tierra 2015

Feliz día, humanos. Porque si los planetas tuvieran sentimientos, el nuestro no estaría especialmente feliz en su propio día de celebración. La humanidad cree, en su infinita ignorancia, que avanza de manera imparable, dando la espalda a las bellezas que  nos regala el universo y a los compañeros de piso que nos han tocado (los terrícolas somos unas cuantas millones de especies) y lo más estúpido, contra el mismo medio físico que permite nuestra vida aquí.


Un dato tonto: a marzo de 2015, los problemas medioambientales eran motivo de preocupación para el 0.2% de la población española, los problemas de agricultura, ganadería y pesca al 0.1% (aunque teniendo en cuenta que el racismo le preocupa a todo un 0.0% de la población qué podemos esperar)*.

¿Que en los primeros 4 días de 2015, Madrid superó el valor límite horario de dióxido de nitrógeno para todo el año que fija la ley?. ¿Pero qué problema hay?!

Así que esta entrada no está dirigida a ese 99,8% de la población, que tiene preocupaciones menos terrenales que el descorazonador estado en la que se encuentra este planeta en el que habitamos todos los seres vivos conocidos hasta la fecha.


Ésta va para vosotras, que os preocupáis por vuestros congéneres y por el medio ambiente: por la Tierra. Para los que queremos un planeta limpio, diverso, bonito y justo. Para los que celebramos y agradecemos los lujos cotidianos.

Lo que yo llamo lujos cotidianos

Mientras gobiernos y estados se reconfiguran en instituciones guardianas del planeta, que velan por el interés de los ciudadanos, otros habitantes y sus entornos, mientras la utopía política se gesta, me gustaría aportar algunas ideas para resistir a este entorno social tan hostil.


Porque detrás de este pesimismo derivado de la falta de fé en las estructuras sociopolíticas actuales, hay cierto idealismo que me lleva a pensar que importamos, cada uno de nosotros: la resistencia es fértil, las decisiones que tomamos a diario importan.


No se trata de cambiar de un día para otro todos nuestros hábitos mejorables, ni de darle a nuestras rutinas más importancia de la que tiene. No hay que mortificarse por no hacerlo todo. Intentar hacer algo, ya es mucho.


Puedes intentar adoptar al menos uno de estos compromisos, sencillos y que pueden ser el comienzo de compromisos mayores:

1. Go Vegan!: considera llevar una dieta vegana o consumir menos productos de origen animal. O al menos prueba a dejar de comer carne un día a la semana.


No lo digo sólo yo, ni sólo la unión vegetariana: lo dice la ONU, la ciencia y, a los que amamos a los animales, nos lo dice también el corazón: “las emisiones de gases de efecto invernadero derivados de la agricultura se reducirían entre un 25-40% si los europeos disminuyeran su consumo de carne y lácteos a la mitad”.**


Si no te apetece cambiar tu estilo de alimentación de manera definitva, consumir más alimentos de origen vegetal y dejar de comer alimentos de origen animal un día a la semana es un reto divertido (hay blogs y webs llenas de recetas riquísimas) y en un sólo Lunes Sin Carne reduce en proporciones sorprendentes tu huella ecológica y ahorrarás el agua equivalente al que gastas en dieciséis duchas.

No es tan difícil

2. Un clásico: utiliza responsablemente la calefacción y el aire acondicionado. Lo ecológico también es económico.

He pasado mi primer invierno en la sierra de Madrid, por primera vez en una casa con una caldera de gasóleo propia, y duele no sólo el dinero que cuesta rellenarlo, también comprobar la cantidad de combustible que gastamos.
A mitad de invierno, al rellenar la caldera por segunda vez decidimos:


  • Encender la calefacción sólo en las habitaciones en las que pasamos más tiempo y en el baño. La cocina se calienta sola y al estar en movimiento no se nota el frío.
  • Moderar la temperatura del agua en la ducha: uno de mis peores hábitos es ducharme con agua para despellejar tofu.
  • Abrigarnos bien en casa, no es cuestión de pasar frío: hay que llevar má sropa de la que estamos habituados, multiplicar el número de mantas disponibles en los sofás y tirar del calor que generan nuestras gatas.


Calefacción ecológica+amor


3. Lo ecológico es social y político: consume de manera consciente.


Fíjate en las etiquetas de los productos para saber dónde está producido, con qué materiales, y reflexiona a cerca de las condiciones bajo las que se ha realizado. Piensa qué tipo de sociedad quieres. Yo intento no comprar cosas producidas en condiciones laborales bajo las que yo no trabajaría y con materiales  que no me atrevería a manipular (aunque fueran veganos) y que vengan de demasiado lejos.

Hay mucho donde elegir: empresas y tiendas con enfoque ético, productos de segunda mano de todo tipo, cada día más productos artesanales y locales.
Mi primera opción es siempre la segunda mano, porque reutilizar cosas útiles que han sido desechadas no está reñido el estilo y la oferta es amplísima. Además es barato. Pero si no encuentro algo de segunda mano, intento no dejarme llevar sólo por el precio: prefiero comprarme unos zapatos caros al año que tener un montón de modelos baratos pero que me entristezcan al pensar en sus orígenes. 


Viva la Segunda Mano!

 4. Mi mantra: reutilizar y reducir los desperdicios. 

Mirar una botella de vino, un plástico, una caja de cartón, pasar por un contenedor y pensar: ¿qué puedo hacer yo contigo? ¿qué buena vida te voy a poder dar?. No digo reciclar. Si quieres reciclar, recicla, claro está. ***

Mis compromisos para el día de la Tierra 2015: aumentar la reutilización de residuos (poner un compostero en el huerto, reutilizar plásticos y envases), reducir el consumo (de productos y energético) y convertir mi jardín en una residencia de lujo para abejas. Ya iré contando.


¿Qué compromisos vais a adquirir para celebrar este día de la tierra?

ps. me ha salido Pangolín, no puedo estar más contenta...

Días de desayunar en el autobus: leche de soja+chia+coco rallado+cáñamo, higos secos y plátano.
Y una mañana preciosa para celebrar el #diadelatierra2015 #earthday2015




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***Yo no reciclo envases desde hace años, por pura desobediencia civil (nivel A-1). Porque es un negocio en el que no quiero participar, aunque estemos obligados a separar residuos y pagar por ello.

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